Amor propio en tiempos tóxicos

Amor propio en tiempos tóxicos




El amor propio es una de los conceptos que más ha estado rondando en mi cabeza últimamente, no sólo porque considere que uno debe amarse, sino porque lo veo en tantas formas y en tantos lugares, que creo que se ha desdibujado y aprovechado para cosas que realmente no es.


Primero les voy a contar mi historia, una historia que me ha costado mucho escribir.

Desde que era una bebé de 6 meses les dijeron a mis papás que tenía dermatitis atópica, una enfermedad ‘’incurable’’ que algunos médicos clasifican como autoinmune, otros como una mutación de un gen, otros como una disfunción de una proteína en la barrera de la piel, otros incluyen el sistema digestivo o hígado al algoritmo caótico, entre otras miles de razones que pudo haber dado inicio a esta extraña, muy poco estudiada y muy mal tratada condición, que a propósito es más normal de lo que yo creía. Todo fue muy manejable durante mi vida infantil y adolescente, si me daba un poco de brote en la piel, simplemente el médico familiar me recetaba un esteroide tópico, cada vez más fuerte. Desde mis 25 empezó una época un poco estresante en mi vida, ya que estaba trabajando en algo que no disfrutaba por razones éticas, y me encontraba dando el cambio a ser emprendedora y crear la primera tienda zero waste en Colombia (un poco de publicidad gratis jejeje), entre otras cosas. Todos estos cambios emocionales y laborales desencadenaron en mi cuerpo un rechazo que aún no logro entender al 100%, el caso es que la dermatitis cobró venganza y se apoderó de mi vida: los detalles ponen lágrimas en mis ojos así que los omitiré, pero quiero decirles que esta condición es muy debilitante tanto física como mentalmente: ni tú ni los médicos entienden realmente qué pasa en tu cuerpo, así que si vas a un dermatólogo y te dan pastillas para suprimir los síntomas y bajar tu sistema inmune, lo que a largo plazo me terminó afectando muchísimo más. Quiero que sepan que no soy médica, pero sí soy una persona incansable, que he investigado desde casi todas las escuelas médicas esta condición, y aprovechado lo mejor (y descartado lo peor) de cada una, por experiencia propia y testimonios que he encontrado.

Después de meses de no encontrar ninguna respuesta, y definitivamente nada de alivio, llegué a una hipótesis: el cuerpo es un sistema completo, y nada externo o extraño a él será beneficioso. El ser un sistema lo hace ser holístico desde varios aspectos, con esto quiero decir que descubrí que el cuerpo realmente lo que necesita son las condiciones apropiadas, y un empujoncito natural (porque somos materia orgánica) para regenerarse a sí mismo. Después de entender esto empecé a ponerlo en acción, todo bajo las leyes de lo lógico y la naturaleza, que al final son lo mismo.

El proceso, ha sido todo menos fácil, pero siento desde lo más profundo de mis vísceras que es la única opción que tengo. Desde que he estado eliminando todo lo que no sirve en mi vida, como el huevo, la leche, los procesados, el azúcar refinada, el gluten, estar desvelada por días, el alcohol, el trabajo que no disfrutas, la obsesión por el dinero,  los amigos que sólo te buscan para fiesta o para burlarse de los cambios que has hecho en tu vida, la rabia, los pensamientos de ira o desprecio, la falta de empatía, el aire contaminado, la falta de ejercicio, entre otros (todo esto es muy personal, y me ha llevado mucho tiempo descubrir que me hace daño, por favor no se automediquen sin tener información). Cuando pasas por algo así empiezas a apreciar de verdad las cosas bonitas de la vida, recuerdo un día que estaba saliendo de terapia, y hace mucho no había podido salir de casa porque me dolía ponerme ropa, entonces esperaba a mi papá en el parqueadero (quien me acompañó a todas y cada una de las terapias de las cuales salía con ansiedad y dolor, pero mucho alivio), en ese momento salió el sol y se puso sobre mi muy suavemente, como si supiera lo sensible que estaba, sentí ese rayo como un milagro, no creía poder sentir tanta felicidad por algo tan simple y cotidiano. Otra cosa que aprendes a apreciar es a aquellos que están allí para tí, dispuestos a dar todo de ti para que salgas adelante: esos guerreros incansables que se aguantan el mal genio que tienes sólo porque saben que estás así por el efecto físico de no haber dormir ni media hora en una semana, esos ángeles que cayeron en tu historia para amarte incondicionalmente y compartir tanto los llantos como las alegrías de esos días buenos, porque al final este proceso siempre se trata de dar tres pasos adelante, dos atrás y repetir.


Para tomar la decisión de ir por el camino de espinas, pero que es el más prometedor a largo plazo se necesita llenarse de información, y decisión, pero sobre todo mucho amor propio.

Es muy fácil seguir tomando medicamentos que son efectivos, pero que cada vez tienes que tomar dosis más fuertes para ver resultados, hasta que un día alguno de tus órganos diga  ¡No más! Lo que no es fácil es tomar la decisión de curarte de manera natural, sabiendo que vas a dudar en el proceso que lo que estás haciendo realmente está funcionando, vas a querer renunciar 50 veces, pero al ver que al no introducir mil químicos en tu cuerpo y llenarlo de nutrientes poco a poco cambia, se vuelve más fuerte y sano: todo va a valer la pena. Te llenarás de amor por todo el proceso, por la gente involucrada y sobre todo por tí mismo, por tener la valentía de introducirte en el reto más grande de tu vida, pero el más enriquecedor por mucho.

Es claro que no todo el mundo va a pasar por el mismo proceso, y no todos tomarán la decisión, pero es claro que todos tenemos un momento en la vida en el que tenemos que decidir si nos aceptamos como somos, o no. Aún no me recupero del todo, pero si he mejorado bastante, les estaré contando los adelantos.


Ahora bien, volvamos al tema del amor propio.

Es cierto que debes valorarte tal y como eres, llenarte de orgullo de lo que has logrado construir como persona, amar profundamente lo que te distingue del resto de individuos en este planeta, pero también es importante deconstruirte y construirte todo el tiempo. Revisar qué estás haciendo bien y qué hace falta por mejorar, somos seres dinámicos en constante movimiento y cambio, sería un error quedarse estáticos aceptándose a sí mismos sin hacer absolutamente nada. Si eres egoísta, tacaño, inconsciente, etc está bien que lo seas, lo que no está bien es quedarse en ese estado y no intentar mejorar las cosas. Igual físicamente: si sufres de obesidad, anorexia, anemia, acidez o cualquier otra afección física, está bien, todos los seres vivos nos enfermamos o sufrimos por algo en algún momento de nuestras vidas. En esos casos debemos parar un momento, revisar qué nos está pasando realmente (ir a la raíz del problema) y revisar los métodos disponibles para acabar con ese problema, siempre de la manera más natural y amigable con tu biología posible. Pero es importante que cuides de ti, si estás luchando contra una obesidad debes tener en cuenta que en muchos casos afecta tu salud a corto y largo plazo, entonces el amor propio es entender que hay cosas que no te están haciendo bien, pero que vas a hacer todo lo que puedas para estar mejor, porque te amas demasiado como para dejarte enfermar, física o mentalmente, y amarás ese proceso porque en él encontrarás conocimiento y fortaleza que ninguna otra experiencia te dará.


El amor propio no es tener un ego gigante, verte al espejo y decir que eres lo mejor y único que existe en el mundo, tampoco es comprar mil mascarillas y labiales que te vendieron con la promesa de consentirte a ti mismo porque te amas, y lo mereces. El amor propio significa verte al espejo y reconocer humildemente quién eres, con todas tus habilidades y debilidades, aprovechándolas para crear un ser humano mejorado cada día, sobrevivir a las dificultades y disfrutar los momentos lindos que te da la vida con los que amas.


Ámense, ámense mucho a sí mismos, amen a su perro, a su gato, a sus papás que tanto han dado por ustedes, amen la capacidad de sanar que tiene su cuerpo, su inteligencia, su capacidad de dar y recibir amor, agradezcan su salud, pero también la enfermedad porque viene llena de conocimiento y fortaleza. Amen mucho su planeta, porque es el único en el que podremos sobrevivir como lo hacemos hasta ahora, amen los ríos, plantas y animales que viven en él, no hay otro como este planeta.



Por último, y porque me puse toda sentimental al escribir esto quiero agradecer mucho a la gente que me ha ayudado a sanar. A mi papá que no importa qué pase: siempre está ahí, a mi mamá que no deja de emanar luz y amor, y con un abrazo de ella todo está bien, a mi hermana por sus consejos sabios en tiempos desesperados, a mi novio que ha aprendido tanto como yo, y ha puesto toda su energía en hacer mi vida mejor en los días más difíciles, a mi perrita que me da tanto amor inocente, a mis amigos por ayudarme siempre en la búsqueda de soluciones, y a algunos extraños y profesionales que sólo con su empatía ya me dan fuerzas para seguir, este mundo necesita más empatía, y gracias a esos seres que son capaces de producirla.

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